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El Efecto Pigmalion en los niños

El Efecto Pigmalion en los niños

Hace unos meses os presentamos el artículo "Cómo influyen las expectativas de los padres sobre los hijos"  donde vimos, como desde el punto de vista de un profesor, las creencias que tenemos sobre los demás condicionan nuestro comportamiento. Pues bien, Jose Santiago Villa Caigüelas, profesor de matemáticas con una dilatada experiencia, nos acerca un poco más en su segundo artículo para Agenda Menuda, al conocido "Efecto Pigmalion" en la educación. 

El psicólogo y escritor John Gray, autor de "Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus", un bestseller de la década de los 90, asegura que: cuando a un hombre se le brinda la oportunidad de demostrar su potencial manifiesta lo mejor de sí mismo. Sólo cuando siente que va a fracasar regresa a sus viejas costumbres egoístas.

En general, la confianza que los demás tengan sobre nosotros puede darnos alas para alcanzar los objetivos más difíciles.
En las relaciones padres/hijos está demostrado que las expectativas de los padres hacia sus hijos influyen poderosamente en el comportamiento y posterior desarrollo de los chicos.

el efecto pigmalion 2

En 1964, Roshental y Jacobson realizaron una experiencia en una escuela de California, que confirmó lo que ellos llamaron Efecto Pigmalion. Se hizo un test de inteligencia a todos los alumnos de la escuela. Se dijo a los profesores que habían identificado, mediante dicho test, los alumnos que claramente destacarían pronto sobre el resto de la clase y se les dio a los profesores una lista con los nombres de dichos alumnos, que supuestamente gozaban de una mayor capacidad para el aprendizaje. Lo que no se dijo a los profesores, es que esa lista había sido echa al azar, sin tener en cuenta para nada el test.

Transcurridos unos meses, se volvió a pasar a todos los alumnos de la clase un test y los resultados mostraron que los alumnos "especiales" habían aumentado notablemente sus puntuaciones en relación al resto de la clase. 

Todos los padres, de forma más o menos consciente, mantienen expectativas sobre sus hijos y esto es positivo porque puede funcionar como un motor de desarrollo. Pero para que tales expectativas contribuyan al desarrollo infantil deben ajustarse al potencial real de los chicos. Si son irreales, si van más allá de lo que pueden dar, producirán frustración, desconfianza y hasta pueden amenazar los vínculos afectivos. La personalidad del niño y su sentido del valor personal se verá afectada de forma negativa.

De manera especial, todas aquellas expectativas que, esencialmente, son proyecciones de los padres hacia sus hijos, están abocadas a crear conflictos en el hijo y en sus relaciones con los padres.

En cambio, cuando las expectativas son acordes, cuando el niño goza de la confianza de sus padres, cuando goza de libertad para equivocarse sin ser etiquetado ni rechazado, si de alguna manera, consciente o inconscientemente, el chico percibe que el amor de sus padres por él es más grande que cualquier conducta inadecuada, se reforzará la seguridad en sí mismo y se estimularán deseos de superación.

Nadie, en su sano juicio, puede pensar que un padre albergue ideas destructivas para sus hijos, sin embargo y aún con la mejor intención, se pueden causar verdaderos problemas en el desarrollo de la personalidad de los niños. Es necesario establecer un equilibrio en las expectativas hacia los hijos y esto, en muchos casos, exige un gran trabajo interior, que modifique tanto sus actitudes como la forma de pensar y de ser de los propios padres, lo que en ocasiones puede ofrecer una gran dificultad.

Vuestros hijos no son vuestros
Son hijos del anhelo de la Vida
Vienen a través de vosotros
Y aunque están con vosotros
no os pertenecen

KhalilGibran "El Profeta"

José Santiago Villa Caigüelas. Profesor de matemáticas

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